Los que hacemos turismo con niños en muchas ocasiones echamos en falta que alguna de la cantidad de información turística creada en torno a los destinos turísticos tuviese en cuenta que los destinatarios también pueden ser niños.

Así que aquí os dejo una de las curiosas historias de Cáceres contada para niños para que los que elijáis hacer Turismo en esta preciosa Ciudad con vuestros hijos disfrutéis juntos imaginando tiempos pasados mientras la admiráis.

 

Hace mucho mucho tiempo, mas o menos 500 años, en la Edad Media en Cáceres, la Ciudad estaba llena de de castillos, fortalezas, de reyes con corona, caballeros valientes, bellas princesas, campesinos que trabajan la tierra y artesanos que fabrican cosas con sus manos .

Por las oscuras calles de la Ciudad, (antes no había luces), había grandes peligros por ladrones y maleantes por ello era importante estar bien ataviado de armas.

De Toledo llegó una familia cuya profesión era hacer cosas de hierro y de la forja, a los que llamaron por mote “los espaderos”.

Juan que así se llamaba el espadero, fabricó durante años a los nobles y caballeros de la villa fuertes espadas, era un hombre bueno y no entraba en disputa con nadie.

Juan, tenía un hijo que se llamaba como él y además había aprendido a trabajar la forja y el hierro tan bien como él, era moreno, fuerte, y gustaba muchos a las doncellas (chicas) cacereñas.

El rey de la época, organizó entre los nobles caballeros un torneo para medir su valentía.

Uno de los nobles que era muy listo quería que Juan le hiciera su espada para el combate pues sabía que así tendría muchas probabilidades de ganar el torneo y mandó llamar a Juan.

Como Juan ya era muy mayor, mandó a su hijo a la enorme fortaleza casa señorial del noble.

En la Casa junto al noble vivía su preciosa hija Isabel, en aquella época a las jóvenes se llamaban doncellas.

Al cuidado de Isabel estaba una doncella morisca, llamada Zuleima, apresada de muy niña por el noble en una batalla contra los moros, y con el tiempo se convirtió en la mejor amiga y confidente de Isabel.

La joven Isabel era muy culta, inteligente, hermosa y religiosa.

En la villa de Cáceres así como, en todo el territorio era conocida su fama de hermosura y extrema bondad, nunca faltaba  una sopa para el caminante o el mendigo que pasara por la villa.

Cuando el joven artesano Juan atravesó por primera vez las puertas de la fortaleza, la joven doncella cayó presa de su amor, su corazón latía con fuerza, ella que había sido cortejada por nobles caballeros venidos de lejanos lugares, ofreciéndole riqueza y amor, caía ahora enamorada de un mozo humilde y trabajador sin grandes riquezas.

Zuleima era la única que sabía del amor de su señora por Juan

Llegó el día de partir hacia el torneo y quiso el señor que el joven espadero le acompañara para que a su vuelta contase a todos los triunfos del noble ante la villa. Éste en un principio no quiso ir, pero al salir al patio florido del castillo vio a la bella Isabel.

Los 2 se miraron y el joven decidió acompañar al señor para estar cerca de la bella Isabel y cuidar por las noches de su seguridad.

El torneo acabó empate, pero al padre de Isabel le alabaron por su astucia con las armas y por su bella hija.

El regreso fue un maravilloso romance de amor, alargando Isabel el trayecto con alguna “trampilla” para dificultar la vuelta hacia su destino porque no quería que el viaje acabase para estar cerca de Juan, éste siempre a su vera, le demostraba su amor, respetuoso y honesto e igualmente correspondido por Isabel.

El noble caballero padre de Isabel, cuando se enteró de que los jóvenes estaban enamorados, se enfadó tanto que desenvaino su espada contra el joven espadero que pudo esquivarla gracias al grito de Isabel, huyendo entre la oscuridad.

Ya en el castillo, Isabel explicó a su padre que estaba enamorada del joven espadero y enfureció más a su padre que quería para su hija un hombre con más riquezas y no le importaba su corazón.

Encerró a su hija en su habitación custodiada por guardias, y salió con su ejército camino de la casa del espadero. En plena noche el silencio de la villa se vio alterado por el rechinar de las herraduras de los caballos.

Cuando llegaron ante el portal de la casa del espadero, la atacaron asesinaron a los criados y el padre quedó malherido y apresaron al hijo llevándolo a la fortaleza atado a la cola de un caballo.

Otros nobles de la Ciudad, ante la injusticia que el padre de isabel estaba realizando fueron a pedirle que lo pensara de nuevo y que dejase libre al joven.

Éste dijo que de ninguna manera y amenazó a quien se acercara a su castillo.

El terror se extendió por Cáceres, hambre y miedo por igual convivían en la ciudad. Ante  esta situación pidieron ayuda al rey que puso camino hacia la villa con parte de su ejército.

En las mazmorras, Juan era terriblemente torturado y golpeado, el malvado padre le preguntaba si estaba enamorado de la doncella y la respuesta de Juan siempre era la misma:“que sólo amor limpio y puro sintiera y en la misma forma fue correspondido. Que Isabel seguía siendo tan pura como cuando su madre la alumbrara”.

El noble enfurecido, ordenó la muerte de Juan, Isabel, lloraba en la soledad de su estancia bien guardada. Solamente consolada por su fiel doncella Zuleima.

Llegó el rey y como el padre de Isabel tampoco le hizo caso a él, ordeno destruir el castillo a sangre y fuego.

Isabel se escapó de su habitación y consiguió llegar a las mazmorras donde estaba preso Juan, dice la leyenda que se dieron un beso puro y que los dos cayeron muertos y partieron juntos para siempre.

El ejercito del rey acabó con el malvado padre de Isabel y cuando bajó a las mazmorra y vio a Juan e Isabel dijo: “este amor deberá ser eternamente recordado. El castillo será demolido y cubierto de sal, pero sobre esta mazmorra se alzará una torre sin almenas, que se llame Torre del Espadero, se alce al cielo sobre este lugar en recuerdo del amor puro de la pareja.

Y así se cumplió. La Torre del Espadero, se construyó por orden del rey sin saeteras y sin almenas, abierto al cielo su balcón, donde según la tradición, entonan los amantes en las noches de luna llena su eterna canción de enamorados.